28 de mayo de 2012

“NO TEMO A NADIE CUANDO SIRVO A MI AMO” (Voltaire)

Esta frase sencilla pero contundente e impactante que escribió Voltaire, la puso en boca de uno de sus personajes de la obra “El toro blanco”. Cuando me topé con ella me hizo pensar y reflexionar en la certeza que encierra. Ciertamente en esa afirmación se suman tanto el aprecio del siervo por su amo, como su comprensión de saber quién es realmente su señor.
 Esto me hizo recordar la experiencia de cierto siervo de la antigüedad llamado Eliezer que estaba al servicio de Abrahán. Cierto día recibió un encargo que iba a poner a prueba su fiel servicio por la importancia y envergadura de la tarea – buscar en tierras lejanas una esposa para el hijo de su amo de entre sus parientes – ante tan tremenda comisión las dudas e inquietudes eran evidentes e inevitables: “¿y si durante el viaje me asalta una banda de ladrones?”, “¿cómo encontraré a la mujer apropiada?”, “¿y si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra?”. Para tranquilizarle y darle confianza, su amo Abrahán le dijo que contaría con la guía y protección de su Dios Jehová; puedes leer el resultado y  toda la historia en el capítulo 24 de Génesis.
Especialmente interesante me resulta  el versículo 12 cuando en una oración sincera, este siervo  se dirige a Jehová el Dios de su amo Abrahán para solicitarle éxito en su cometido.
Ahora y en el día de hoy me dirijo especialmente a aquellos que estamos bajo mayordomía, pues al igual que Eliezer servía a un gran y célebre amo como era Abrahán, nosotros hoy servimos al Señor de señores que está en los cielos vestido en gloria (Colosenses 4:1) y también al igual que Eliezer, su amo Abrahán tenía un Dios a quien adora y sirve, nosotros también tenemos un amo que sirve y adora al único Dios verdadero.Una vez que comprendas a qué clase de amo sirves y le tengas aprecio, no importa cuán grande o difícil sea la tarea que se te ha asignado
Es cierto que mantener una excelente conducta cristiana en medio de este mundo impío y predicar las Buenas Nuevas a las personas desaforadas de esta generación, son sin duda unos trabajos de gran envergadura, pero se nos ha asignado por ser “mayordomos de los secretos sagrados de Dios” (1ª a los Corintios 4:1)
Esto lo entendió perfectamente el apóstol Pedro pues dejó escrito lo siguiente: “Pero incluso si por actuar con rectitud habéis de sufrir, ¡dichosos vosotros! No tengáis miedo a nadie ni os asustéis sino honrad a Cristo, como Señor, en vuestros corazones” (1Pe 3:14-15 DHH). Ciertamente estas palabras del apóstol Pedro están en sintonía con lo que escribió Voltaire cuando dijo  “NO TEMO A NADIE CUANDO SIRVO A MI AMO” 
                                                                                                                    

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