10 de agosto de 2012


CAPITULO 2

La  inmensa mayoría de nosotros, conocemos bien los acontecimientos que hicieron que el hijo de Dios bajara a la tierra. Pero para que estos hechos terrenales ocurrieran, antes hubo otros, de suma importancia que gracias a nuestra imaginación guiada por otras visiones y otros siervos de Dios, podemos llegar a suponer. Esta historia del hombre más grande de todos los tiempos es tan importante, que tiene su inicio en el lugar más sagrado del universo.

Imagínate los ojos de Dios que todo lo ve recorriendo el universo en una vista panorámica. Sus ojos abarcan todas las galaxias. Imagina ahora que ajusta gradualmente su visión con dirección a la tierra. Ya tiene en la vista a la persona que busca, pero ahora necesita la colaboración del Arcángel Miguel su hijo primogénito y unigénito. Obediente, como siempre, Miguel se presenta ante el imponente trono de Dios. Rayos de fuego brotan del trono mientras los ecos de los truenos atraviesan las alabanzas de las miríadas angélicas. Colores jamás vistos en la tierra adornan la ciudad celestial mientras rebota la luz de su esplendor.

Y ahora escucha porque Dios va a hablar para decir posiblemente algo así:
“Miguel, hijo mío. Ha llegado el límite cabal del tiempo del día señalado por mí. Desde la fundación del mundo humano y su caída este día tenía que llegar. Vas a tener la oportunidad de demostrar tu amor y cariño por la humanidad, pero tienes que saber que te enfrentarás a limitaciones físicas, duras pruebas y seductoras tentaciones. Estás a punto de entrar en el imperio de nuestro enemigo, donde reina la oscuridad, la maldad y la muerte, y donde la imperfección acampa por todos lados. Sé sabio hijo mío, y regocijarás mi corazón y así podré responder al que me está desafiando con escarnio. No tengas miedo de las cosas que estas por sufrir, solamente confía en mi, pruébate fiel hasta la misma muerte y yo te daré la vida de verdad y en su plenitud”

El Arcángel Miguel lo miró fijamente y asentando con la cabeza dijo con resolución: “AMEN, PADRE”.
Con estas breves pero solemnes palabras se obliga a sí mismo legalmente a cumplir con su comisión y a la vez expresa su completa aprobación por lo que   se había dicho.
El plan de Dios seguía su curso: ya sabía a quien le tenía que dar su mensaje, ya contaba con la aceptación del que iba a encarnar el mensaje y ahora necesita a un mensajero que lleve un mensaje a la persona indicada. ¿En quien pensó esta vez Jehová?
Gabriel una vez más es convocado ante el trono celestial, al fin y al cabo  él siempre de pie cerca y delante de Dios (luc 1:19). Puestos a imaginar, mira con atención la siguiente escena: Sigue contemplando y verás como un ser angelical vestido de blanco tiene acceso al Anciano de días  y lo presentaron cerca aún delante de él  y Dios le dijo:
“Tu eres un hombre físicamente capacitado por mí, por eso te puse por nombre Gabriel. Tu  misión anterior te llevó hasta el templo de Jerusalén, mi ciudad amada.
Hace unos 6 meses que te envié para anunciar el nacimiento de aquel que va allanar el camino de mi simiente. Como lo hiciste con éxito y fielmente, ahora te envío a proclamar  el mensaje más esperado por la humanidad y del que todos los profetas señalaron el nacimiento del Mesías, mi ungido. Y tiene que llegar a ser así.”



Después de terminar de decirle todos los detalles, como las coordenas de tierra  donde encontraría a la persona implicada, Gabriel pudo responder algo así como: “¡Gracias, Dios mío! Por concederme este privilegio, pues el cumplir tu voluntad  es la razón de mi vida”.

Te imaginas ahora su actitud para cumplir esta comisión, la rapidez con que salió del trono destino la tierra. ¡Agárralo! Que se te escapa, cógete a él pues nos va a servir de transporte público por que en la tierra tenemos que poner los pies también nosotros.

Imagínate a Gabriel que atraviesa las cohortes angelicales y se tira en picado para traspasar la barrera entre el mundo sobrenatural y el natural. ¡Sujétate fuerte a él! pues vais en caída libre mientras pasáis por donde están las estrellas que Dios llama por nombre. A medida que nuestros ojos descienden, la tierra se ve cada vez más grande. Atravesamos el cielo azul del planeta Tierra. En su descenso, Gabriel parece una flecha de fuego que ha sido lanzada con fuerza hasta que se clava y se hunde en tierra, más concretamente en una pequeña y olvidada aldea llamada Nazaret. Ya pisamos tierra firme y ahora tenemos que encontrar a la persona que Dios a elegido. Si en su última misión tuvo que encontrar y hablar a un hombre mayor y casado con su esposa anciana y decirle que llegarían a tener un hijo. Ahora tiene que buscar a una jovencita de unos 15-18 años que está comprometida y decirla la noticia más increíble y gloriosa que jamás a oído una simple jovencita, pues aún siendo virgen llegará a estar en cinta. El nombre de esta jovencita es María, de Nazaret, es sin duda nuestra protagonista de hoy.


Luc. 1:26 nos dice que en el sexto mes del embarazo de Elisabet, Gabriel es enviado por Dios para que visite a María. Varios kilómetros y unas cuantas décadas separaban a una anciana embarazada, de su joven prima que está a punto de estar en cinta.

Luc. 1:27 nos dice que María era una virgen desposada con un varón que se llamaba José.

Según la tradición judía, el desposorio se producía poco después del comienzo de la adolescencia. Por lo tanto, es probablemente correcto imaginar que María tenía alrededor de 17 años en el momento del anuncio.

Ahora nos toca seguir de cerca a María. Este día, María se ha despertado como siempre al despuntar el sol. Mientras realiza sus actividades de costumbre, María piensa en el día que será llevada a su nueva casa y en la celebración que está preparando José que no es un hombre rico, pero sí fiel a Dios. Así que el futuro de María parece bastante claro: llevaría una vida sencilla trabajando junto a su esposo y criando una familia. Como tantas otras parejas. Pero María no sabe que Dios ha elegido este día en su calendario divino y su nombre está escrito en él.

Sin importar cual fuera el lugar donde el embajador angelical se apareció a María, debe de haberla dejado pasmada con su manera de saludarla: “Buenos días, altamente favorecida, Jehová está contigo” (luc. 1:28)

Este saludo la dejó totalmente confundida. El ángel no pregunta por los padres de ella pues es a ella a quien busca. Y ¿Cómo puede una joven campesina haber sido favorecida de una manera especial por Dios?, ¿por qué razón?

Luc. 1:29 nos dice que “ella se turbó profundamente por el dicho, y razonaba sobre qué suerte de saludo sería este”

La frase “se turbó profundamente” en realidad significa agitarse por completo. Tu también conoces esa sensación: es cuando ese cosquilleo que sientes en la boca del estómago te recorre todo el cuerpo, salpicando de miedo y adrenalina cada parte de tu ser.

Al ver a la joven llena de temor, Gabriel continuo diciendo: “María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios” (vers.30). En cuanto Gabriel pronunció la frase siguiente, María tuvo una pista acerca del motivo por el cual él había salido a su encuentro y por el cual ella había sido elegida. “Ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo” (vers.31)
No sería cualquier hijo, sino el “hijo del Altísimo” (vers. 32)

¿Cómo podría comprender esta joven la clase de abismo que el ángel le estaba poniendo delante de ella? Lo que me extraña es que María haya resistido la noticia de pie y no se cayera de puro desmallo, como otros grandes siervos de Dios (compárese Dan. 10:11, Ezq. 1:28; 2:1, Rev. 1:17)

A María no le pasó desapercibido la importancia de las palabras del ángel, porque ella sabía muy bien, como todo otro judío, que los profetas habían anunciado la venida de un legendario rey que reclamaría el trono de David, que volvería a traer un tiempo de paz y prosperidad jamás vistos, y al final gobernaría toda la tierra. Todo judío esperaba, a su manera, la llegada de ese Mesías.

Miles de mujeres hebreas por más de 12 siglos habían tenido la esperanza de ser ellas quienes llevarían en su seno al Salvador de Israel. Y es aquí y ahora que a María se le dice de sopetón que va  ser ella la madre del Mesías

Esta asignación la tuvo que meter en un mar de preguntas, pero algo estaba claro: el ángel le hablaba de un niño, un niño que debía ser concebido por ella. ¿Por ella? Su virginidad subió a la punta de su lengua. No es que dudara de la palabra del ángel, era, simplemente, que no entendía. María sabía suficiente biología para entender que no podría concebir un hijo sino hasta después de su primera noche con José. Por eso hace la pregunta más lógica: “¿Cómo será esto, puesto que no estoy teniendo coito con varón alguno?”(vers. 34). Gabriel  le explicó: “Espíritu Santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, también, lo que nace será llamado, santo, Hijo de Dios” (vers. 35). María había pedido una aclaración; el ángel aportaba dos, no solo respecto al modo en que se realizaría el engendramiento, sino también y, sobre todo, respecto a Quien sería el que iba a nacer de modo tan extraordinario. Realmente, la comisión que le ponía delante daba vértigo. Porque una cosa es acercarse a una zarza ardiendo y otra es llevar la llamarada dentro. Por eso yo me pregunto ¿Qué hubiera pasado si esta joven judía hubiera pensado, que siendo mujer, joven, soltera y que lo que se le pedía era un abismo imposible de saltar, no aceptara esta invitación?, ¿Jehová  no la obligaría a ello? Y por otro lado y exagerando un poco, ¿se podría decir, que el destino del Mundo, pendía, como de un hilo, de unos labios de mujer?

Para terminar de tranquilizar y convencer a María, el ángel también le anuncia: “Y, ¡Mira!, tu pariente Elisabet también ha concebido ella misma un hijo, en su vejez, y este es el sexto mes para ella, la llamada estéril” (vers. 36)

¡Esto fue lo que necesitaba!, ¡Esto fue suficiente para que aceptara esta responsabilidad de tal magnitud! Fue sólo entonces que el registro dice: “Entonces dijo María: “¡Mira la esclava de Jehová! Efectúese conmigo según tu declaración”. Con eso el ángel se fue de ella” (vers. 38)

Me encantaría saber si María habrá sentido cuando Jesús llegó a su vida…a su vientre.

¿Sería en este preciso momento en que María acepta la comisión, que Dios implanta a su hijo en la matriz? De ser así, también Dios está aceptando que su hijo sea “adoptado” por una familia de humanos  en la tierra, para que en un futuro lejano, Dios pueda “adoptar” hijos humanos, y llevarlos al cielo

Si bien la noticia que recibió María fue maravillosa, no por eso dejó de ser traumática. Pero una vez aceptada la comisión el primer deseo del corazón de María era correr y contárselo a alguien. Pero ¿a quién decírselo que no la juzgara de loca, a quien comunicarlo que no profanara este privilegio con bromas y risas?; ¿quizá si se lo decía a su madre? No, seguramente lo juzgaría todo como un invento de una chiquilla deseosa de llamar la atención; ¿Qué tal a su futuro marido? Menos todavía, el es un hombre y no tiene la sensibilidad para entender estos temas. Será mejor—de momento—evitar  una difícil conversación con él cara a cara, pensó. Tenía que ser otra mujer, la más parecida a ella y su situación para poder aliviar su corazón y con quien identificarse.

Entonces, María, debió de recordar lo que el ángel le había dicho sobre Elisabet. ¡Sí!, Elisabet era la persona ideal, pues llevaba 6 meses de adelanto sobre las inquietudes de María, también ella, hace 6 meses se vio sorprendida  a creer lo imposible. También ella pasa por una situación difícil: un embarazo cuestionable a ojos ajenos. Seguro que ella la podrá ayudar. ¡Qué ternura la de Dios al darle a alguien con quien podría compartir su alegría y lo especial de la situación! Creo que María no podía contener su impulso de partir de inmediato a la casa de Elisabet.

¿Viaja sola? Otra vez los evangelistas—siempre tan discretos—nos escatiman los detalles. A fin de rellenar estos huecos históricos usaremos nuestra lógica y nuestra imaginación sin tratar de poner o alterar lo que sí que dice las Santas Escrituras.
Lo más probable es que viajó con alguna caravana. El viaje era largo y difícil—más de 100km—la región era agreste y peligrosa. Y aunque María pudiera conocer el camino pues es posible que ya hubiera estado otras veces en casa de su pariente, no parece verosímil que viajara sola, casi  adolescente como era, y sabiendo que eran frecuentes las caravanas que bajaban a Jerusalén. Así  que podemos pensar que va en compañía de buena gente, cabalgando en el borriquillo de la familia, haciendo casi un camino idéntico al que 9 meses más tarde hará hacia Belén.

Es posible que durante este largo viaje de unos 3 ó 4 días la conversación girara sobre temas espirituales. Quizá alguien dijo que ya era tiempo del que el Mesías viniese. Quizá alguien habló de que Dios siempre llega a los hombres cuando los hombres se han cansado de esperarle. En cuanto a María, se extrañaba de que los demás no reconocieran en sus ojos el gozo que por ellos desbordaba.

Se está acercando a su destino final y María siente que su corazón se le acelera al pensar en Elisabet.

Está ya delante de la puerta de la casa de su prima y María sigue llena de preguntas: ¿Cómo le explicaría a Elisabet todo lo que le había ocurrido?, ¿Cómo justificaría el conocimiento de su embarazo?, ¿Le creería todo lo que le tenía que decir? Por eso decidió no hablar ella la primera. Saludaría a su prima, la felicitaría después y que sea lo que Dios quiera. Ya encontraría el momento para levantar el velo de lo milagroso.

A María sólo le dio tiempo a saludar, cuando algo maravilloso interrumpe los acontecimientos lógicos ¡y es que Dios actúa, se anticipa a las difíciles explicaciones de una joven soltera!, ¿Cómo lo hizo?

Luc. 1:41-44 nos explica que Elisabet solamente oye el saludo de María y ya sabe que está embarazada ¿Cómo? Ella se llena de Espíritu Santo y sabe que el fruto de María sería su Señor.

Pero aún dentro de esta escena tan emotiva, tiene algo que decir otro personaje de tan sólo 6 meses de vida, el feto que se llamará Juan, pues es la 1º criatura a quien afecta ó reacciona al saludo de María ya embarazada pues da un salto en la matriz de Elisabet.

Este salto no fue un movimiento natural de un feto de 6 meses de vida, pues como luego aclara el médico evangelista Lucas, fue un salto de gran  “alegría”. De hecho, antes que Juan fuera engendrado, el ángel dijo: “que sería lleno de Espíritu Santo aun desde la matriz

Por eso el Espíritu Santo hizo que Juan saltara de gozo. Como si tuviera prisa de  empezar a ser el precursor de su Señor aún no nacidos ninguno de los 2, pero sí estando allí presentes, pues si el salto que dio fue de alegría es porque aun siendo un feto, es una vida con personalidad y conciencia.

Después de esta señal que Dios da a María para reconfortarla y fortalecerla ¿Cómo reacciona ella? La respuesta de María se ha registrado cuidadosamente en Luc. 1:46-55. Es, con diferencia, su dialogo más largo registrado en la Biblia y nos dice mucho de ella. Por ejemplo que era una joven agradecida, sus palabras también muestran la profundidad de su fe y su amplio conocimiento bíblico, pues se calcula que hizo más de 20 referencias a las Escrituras Hebreas

¡Ya había pasado lo peor! ¡Qué alivio debió de sentir María al notar que Dios le había allanado el camino--al menos en esta ocasión—y que Elisabet ya sabía de su misterio glorioso, ahora quedaban 3 meses por delante para compartir sensaciones y sentimientos, seguramente Elisabet le contaría lo que les ocurrió a Zacarías y a ella, cómo ella debido a su edad se veía obligada a pedir prestada ropa de futura mamá a las nietas de sus vecinas amigas. Es probable que también pudieran ensayar cómo se lo iban a decir a José a la vuelta. ¿Te imaginas sus conversaciones a la hora del té? Durante estos 3 últimos meses, Elisabet y María tuvieron todo el tiempo y la tranquilidad del mundo para compartir lo que tenían en su corazón y charlar sobre los bebes. Después de todo… Zacarías no podía interrumpirlas.


APLICACIÓN PERSONAL

Para realmente llegar a conocer a María, primero tenemos que desechar aquellas ideas preconcebidas que distorsionan su vida y también tenemos que dejar a un lado los dogmas y complicadas doctrinas teológicas que otorgan a esta humilde mujer títulos altisonantes como “Madre de Dios” y “Reina de los Cielos”. Más bien, ciñámonos a lo que sí dice la Biblia sobre ella y hallaremos lecciones muy valiosas sobre su fe y sobre cómo podemos imitar su ejemplo: Hoy veremos 2 puntos.


1)    Gracias al relato bíblico de hoy, hemos visto que María acepta la abrumadora responsabilidad de llevar en sus entrañas al Ser que Dios considera más valioso: nada menos que su amado hijo primogénito. La biblia muestra que, a veces, hasta varones que servían a Dios fielmente vacilaron en aceptar misiones difíciles que él les confió. Moisés objetó que no tenía la fluidez necesaria parar hablar en el nombre de Dios (Exo. 4:10) Jeremías dijo que no era más que “un muchacho”, que era demasiado joven para encargarse de la tarea que Dios le había encomendado (Jer. 1:6) ¡y Jonás incluso huyó de su asignación! (Jon. 1:3).
En la actualidad, ¿Qué pone Dios a nuestro cuidado que lo considera un tesoro? Pablo nos dice que se nos ha encomendado un ministerio que es un tesoro y Cristo nos ha dado el mandato de realizarlo. (2Cor.4:1,7; Mat. 13:44; Mat. 28:19-20)

2)    Aquí tenemos a María, una jovencita de entre 16-18 años que no solo es capaz de citar con esa edad, más de 20 pasajes de las Escrituras Hebreas, sino que también medita y reflexiona en las palabras del ángel. Está claro que le interesan los asuntos espirituales. Con esta personalidad no es de extrañar que hallara favor a los ojos de Dios. El apóstol Pedro me da la aplicación para este punto cuando dijo: “No piensen ustedes que los peinados exagerados, las joyas de oro y los vestidos lujosos las hacen más bellas. Su belleza no depende de sus apariencias, sino de lo que hay en su corazón. Así que sean ustedes personas tranquilas y amables. Esta belleza nunca desaparece, y es muy valiosa delante de Dios.” ( 1Ped. 3.4 TLA)
¿Tienes tú esa belleza interior?

14 de junio de 2012

“RUEGA A DIOS SIN TEMOR: NO LE VAS A PEDIR NADA QUE NO ESTÉ A SU ALCANCE” Séneca (Cartas morales a Lucilio; carta 10)


Estas hermosas palabras no solo encierran belleza, sino también una lección muy importante que va revelar cuál y cómo es la relación con aquel a quien tú llamas Dios
¿Tú qué le pides a tu Dios? Cuantas veces has oído decir: “si tan sólo Dios me diera esto…”
¡Qué lástima! Por tanto tiempo casi la entera humanidad ha gastado su vida, viviendo como huérfanos sin saber que tenían por Padre al creador del cielo y de la tierra, que nunca nos deja y todo lo puede.
En  cierta ocasión  oí a alguien decir: “Muéstrame la grandeza de tus sueños y te mostraré la Grandeza de tu Dios”. ¿Son grandes tus sueños?, ¿cuán grandes son tus esperanzas?, permíteme contarte los míos:
Yo albergo la esperanza que describe la Biblia, ¡SE ACERCA UN MUNDO NUEVO!
Te lo enseñaré:
La maldad, la guerra, el delito y la violencia ya no existirán. “El  malvado ya no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra.” (Salmo 37:10, 11.)
Habrá paz, pues Dios hará “cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra” (Salmo 46:9; Isaías 2:4). Cuando llegue ese momento, “el justo brotará” y habrá “abundancia de paz hasta que la luna ya no sea”, es decir, para siempre (Salmo 72:7).
Ya no escasearán los alimentos. “Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia” (Salmo 72:16) y “la tierra misma ciertamente dará su producto” (Salmo 67:6).
Toda la Tierra se transformará en un paraíso. Hermosos hogares y jardines ocuparán los terrenos que la maldad del hombre ha echado a perder (Isaías 65:21-24; Revelación 11:18). Dios estará “abriendo [su] mano y satisfaciendo el deseo de toda cosa viviente” (Salmo 145:16). Jesús se refirió al venidero Paraíso terrestre cuando hizo esta promesa al malhechor que murió a su lado: “Estarás conmigo en el Paraíso” (Lucas 23:43)
Habrá paz entre el hombre y los animales. Los animales salvajes y domésticos comerán juntos. Ni siquiera un niño pequeño tendrá nada que temer de animales que ahora son peligrosos (Isaías 11:6-9; 65:25).
Desaparecerán las enfermedades. “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’.” (Isaías 33:24; 35:5, 6.)Pues Jesús efectuará curaciones a una escala mucho más grandiosa que cuando estuvo en la Tierra (Mateo 9:35; Marcos 1:40-42; Juan 5:5-9)
Los seres queridos que han muerto volverán a la vida y tendrán la oportunidad de no morir nunca. Resucitarán todos los que duermen en la muerte y están en la memoria de Dios. Efectivamente, “va a haber resurrección así de justos como de injustos” (Hechos 24:15; Juan 5:28, 29).
¿Te parece demasiado bonito par ser verdad? Yo confío en estas palabras inspiradas: “no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye.  Además, si sabemos que nos oye respecto a cualquier cosa que estemos pidiendo, sabemos que hemos de tener las cosas pedidas porque se las hemos pedido a él.” (1Jun.5:14,15)
Estos son mis sueños y esta es la grandeza de mi Dios que los llevará acabo, pues lo ha jurado por su Nombre. ¿Quién da más?
Así que, como hemos visto, ruega a Dios sin temor: no le vas a pedir nada que no esté a su alcance








1 de junio de 2012

EL HOMBRE + GRANDE


CAPITULO 1

¿Me acompañas? Si vienes conmigo conoceremos mejor la mayor historia jamás contada y los acontecimientos que cambiarían la historia de la humanidad

¡Qué apropiado es que nuestra historia comience en el lugar más sagrado que había en la tierra para Dios: El Templo de Jerusalén!

Corre el año 3 a. E.C. “Sucedió que en los días de Herodes, el rey de Judea hubo cierto sacerdote de nombre Zacarías, de la división de Abías, y éste tenía por esposa a una mujer que vino de las hijas de Aarón, y el nombre de ella era Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios por que andaban exentos de culpa de acuerdo con todos los mandamientos y requisitos legales de Jehová. Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran de edad avanzada” (Luc. 1:5-7)

Estas palabras del evangelista Lucas abarrotadas de datos, desvelan pudorosamente el drama de este matrimonio.

Zacarías y Elisabet eran los dos de familia sacerdotales. No era obligatorio que  un sacerdote se casara con una mujer de su tribu, pero era doble honra el que así fuera. Nobles por su sangre religiosa, lo eran también por sus actos; pues las Escrituras los califican como justos delante de Dios y cumplidores de sus mandamientos. Entonces… ¿Por qué su casa no hervía de gritos y carreras de niños, cuando en Israel eran los niños el signo visible de la bendición de Dios?

Cuando Elisabet y Zacarías se casaron, comenzaron a imaginar una familia nutrida y numerosa. Pero meses más tarde, Elisabet comenzó a mirar con cierta envidia cómo todas sus convecinas, las de su edad, comenzaban a pasear por las calles del pueblo orgullosas de sus vientres abultados. ¿Por qué ella no? Zacarías trataría de tranquilizarla. “Vendrán, mujer, no te preocupes”. Pero pasaban los meses, los años y los hijos de sus amigas corrían ya por las calles, mientras su seno seguía tan seco como las montañas de Judea que contemplan sus ojos.

Zacarías y Elisabet ya no hablaban más de hijos. Pero ese “cáncer” crecía en su corazón. Examinaban sus conciencias: ¿Es que Dios podía estar descontento de ellos?
Quizá Elisabet comenzó a sospechar de Zacarías y Zacarías comenzó a pensar mal de Elisabet: ¿Qué pecados ocultos le hacían a él infecundo y a ella estéril? Pero pronto ella se convencía de que la conducta de él era intachable y el marido de que la pureza de su mujer era total. ¿De quién la culpa entonces? No querían dudar de la justicia de Dios. Pero una pregunta asediaba sus conciencias: ¿Por qué Dios daba hijos a matrimonios mediocres y aun malvados –allí en su mismo pueblo—y a ellos, puros y merecedores de toda bendición, les cerraba la puerta del gozo? ¡No!, no querían pensar en esto. Pero no podían dejar de pensarlo. ¿Cuántas veces, estos pensamientos, habrán causado que oraran a Dios, ya no tanto por los hijos, sino para poder llegar a entender la justicia divina?

Pasaron los años en medio de oraciones sin respuesta y decepciones desconcertantes y así habían envejecido.

Sus únicas satisfacciones se las proporcionaba su servicio en el templo como sacerdote que era. Llegó el año en que su división sacerdotal tuvo que servir en el templo durante una semana dos veces al año. Entró aquel día en el santuario y junto con él sus compañeros y para evitar competencias se sorteaba quién sería el afortunado de ofrecer el incienso del sacrificio, pero sólo se elegía a aquellos que nunca lo habían hecho, pues el ofrecer el incienso solo podía ejercerse una vez en la vida. Para Zacarías fue, pues, su gran día. Pero aún no se imaginaba hasta qué punto.

Aunque los atrios del templo de Herodes ya se habían convertido en un mercado en la época de Zacarías, podemos estar seguros de que este sacerdote se iba a tomar su responsabilidad con gran seriedad. Lo más posible es que hubiera pasado la noche anterior en uno de los cuartos contiguos al muro exterior del templo. Estos cuartos, que también se utilizaban como depósitos se describen en 1ºRey 6:5. Una de las razones principales por la que los sacerdotes permanecían dentro de las instalaciones del templo era para mantener sus mentes y cuerpos santificados.

¡Por fin llegó el día! Zacarías se levantó de su lecho en un pequeño cuarto, sorprendido y entusiasmado por el privilegio único, que había temido que nunca le llegaría… después de todo no era un jovencito.

No era momento de preocuparse por cuestiones maritales, pero los pensamientos de Zacarías seguramente se dirigieron hacia Elisabet. Ahora, su servicio en el templo le obligaba a dejar el hogar, Elisabet quedaba completamente sola. Ella manejaba la casa vacía con gran diligencia pero él sabía que la falta de hijos aún la hacían sufrir. Después de todo, los hogares judíos estaban hechos para tener niños.



Zacarías se ocupó de recoger sus cosas y se dispuso para su gran oportunidad. Atravesó los portales del templo y contempló una vista que le quitaría el aliento a cualquier persona: el sol matinal bañaba el templo de color marfil y oro.

Es posible que ya se hubieran reunido unos pocos madrugadores para adorar en los atrios. Zacarías no tenía idea de que la suave brisa que soplaba allí le traería mucho más que una simple mañana como tantas otras.

Se iba acumulando una multitud cada uno colocado en sus sitios, los hombres y las mujeres. La costumbre era orar en forma individual pero simultánea en el atrio, mientras que el sacerdote oraba adentro por ellos en conjunto. Al terminar con sus deberes, el sacerdote saldría y les daba su bendición.

¡Llegó el momento! Zacarías avanzó ante la multitud que le vio  entrar en el Santo. Dentro, Zacarías esperaba el sonido de las trompetas sacerdotales para derramar el incienso sobre las brasas. La ceremonia debía durar pocos segundos. Luego, debía regresar con los demás sacerdotes, mientras los levitas entonaban el Salmo del día.

Zacarías, estaba de pie, ante el altar. Vestía una túnica blanca, de lino y un cinturón. Cubierta la cabeza, descalzos y desnudos los pies por respeto a la santidad del lugar. A su derecha estaba la mesa de los panes, a su izquierda el candelabro de oro de siete brazos.

Sonaron las trompetas y Zacarías iba a inclinarse, cuando vio al ángel. Estaba al lado derecho del altar nos dice Luc. 1:11.

Zacarías debió de entender que era una apareció, pues ningún ser humano, aparte de él, podía estar en aquel lugar. Y Zacarías no pudo evitar el sentir una gran turbación.

Fue entonces que el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido oído favorablemente, y tu esposa Elisabet llegara ser para ti madre de hijo, y has de ponerle por nombre Juan” (luc.1:13) No quiero que se te escape la importancia de estas palabras. La responsabilidad del sacerdote de turno era ofrecer el incienso y orar por la nación de Israel lo que incluía individualmente una petición por el Mesías, pero la oración que había sido oída favorablemente, dijo el ángel que tenía que ver con Elisabet y su futura maternidad. El anciano sacerdote no podía saber cuan íntimamente relacionadas estaban su oración colectiva por el Mesías y su oración personal por un hijo. Zacarías no tenía forma de saber que Dios había manipulado a propósito su ocasión de servicio de ese día por una razón revolucionaría.


No sabemos con todo lujo de detalles lo que ocurrió allí dentro, pero es fácil de imaginar que Zacarías debe de haber aprovechado el momento más sagrado de su vida para que su propio motivo de oración ascendiera como incienso hasta el trono de Dios. La oración, es ese momento en particular, quizá no haya sido por un hijo. Con la edad que tenían, Zacarías y Elisabet ya se habían dado por vencidos. O quizá recordó  a Abraham y Sara, y supuso que Dios podía hacer lo imposible. De una forma u otra, creo que Zacarías dijo algo acerca del vacío que sentían en sus vidas, y el dolor o la decepción que tenían en sus corazones.

Llegado este punto de esta aparición me viene una inquietud. Gabriel, que es el ángel que se encuentra con Zacarías le dice que Dios ha oído su oración y a continuación el embajador celestial la da una profecía muy detallada sobre la vida del niño.

¿Y cuáles son las primeras palabras que salen de la boca de Zacarías?: “¿Cómo puedo estar seguro de que esto sucederá”? (Luc. 1:18)

Al parecer, a Gabriel no le parece del todo bien la respuesta dudo dativa de Zacarías. Estas fueron las últimas palabras que salieron de los labios del sacerdote por un buen tiempo (9 meses y 8 días)

La transgresión de Zacarías no era mortal. La promesa estaba intacta aún y el anciano iba a ser padre…sólo que no tendría mucho que decir hasta que su fe se convirtiera en vista

Mientras tanto, en el patio del templo la gente se impacientaba. A la extrañeza de la tardanza del sacerdote le siguió la inquietud colectiva. Los ojos de todos los asistentes se dirigieron a la puerta por la que Zacarías debía salir. ¿Qué estaba pasando a dentro?

Cuando el sacerdote reapareció, todos percibieron en su rostro que algo le había ocurrido. Y, cuando fueron a preguntarle si se encontraba bien, Zacarías no pudo explicárselo. Estaba mudo. Algunos pensarían que algo milagroso le habría podido pasar dentro. Otros creyeron que era simplemente la emoción lo que cortaba su habla.

Concluida la semana del servicio sacerdotal en el templo, Zacarías pudo regresar a su casa y explicarle –con abrazos, gestos y escritura – a Elisabet que su amor aquella noche sería diferente y fecundo, entendieron los dos que la alegría había visitado definitivamente su casa.



Pero mi mente inquisitiva de investigador se queja de la falta de detalles. ¿Cómo reaccionó Elisabet ante aquello?, ¿Rió?, ¿Gimió?, ¿Lloró? Si  la edad había ya cerrado su vientre, ¿Cuál fue la primera señal del embarazo? Finalmente, me pregunto si Zacarías le expresó de alguna forma a Elisabet hasta el último detalle de la profecía sobre su hijo. ¿Se imagina usted que le digan antes que su hijo sea concebido que él o ella le dará gran gozo y que será grande delante de Dios? Cuando vemos en una ecografía que todas las partes del bebé  están bien formadas, damos un enorme suspiro de alivio. ¡Qué no daríamos por tener algunas garantías sobre su carácter! Sin duda, Zacarías y Elisabet pensarían que esta respuesta divina valía la pena la espera. ¡Dios es tan Fiel! (Deu. 7:9; Luc. 1:5-33)  



APLICACIÓN PERSONAL.


    Hasta aquí ha sido el relato de hoy, pero una vez acabada esta narración, quisiera explicar la aplicación del mismo, con 2 puntos:

1º) punto.- Tiene que ver con la oración

¿Alguna vez has casi renunciado a que Dios te respondiera una oración ferviente, que estuvo mucho tiempo en tu corazón?, ¿tienes alguna preocupación por lo que oras desde hace mucho tiempo? No perder las esperanzas por una petición repetitiva puede convertirse en un desafío tremendo. Pero recuerda, Dios no tiene una cantidad limitada de poder que nos obligue a seleccionar cuidadosamente unas pocas peticiones muy especiales por las que podemos orar. Las Escrituras nos dicen que los cristianos de la actualidad podemos tener acceso al trono de la bondad inmerecida las 24 h del día (Heb. 4:16)  Ahora bien, si has de recibir una respuesta negativa definitiva por parte de Dios, ora para poder aceptarla y confía en que Él sabe lo que está haciendo. Por otro lado, si no te ha ocurrido esto, no permitas que tu oración se vuelva aburrida y mecánica. Al igual que Zacarías y Elisabet, sigue caminando fielmente con Dios aún cuando te sientas desilusionado.

El andar con Dios en TODAS las circunstancias de la vida aumenta tu seguridad de que Dios es fiel y bueno aunque no obtengas lo que pides.

El reconocimiento de todas las OTRAS obras que Dios está haciendo en tu vida evitará que te desalientes mientras esperas tu respuesta. Zacarías esperó durante mucho tiempo la respuesta de Dios, pero cuando llegó, sobrepasó todo lo que el sacerdote podía haber pensado o pedido.


2º) punto.- NO DUDAR de las promesas de Dios.

Cuando Dios hace saber su voluntad concreta para alguien, no importa lo increíble o imposible que parezca de realizarse. Dios no habla bien de las dudas de sus siervos con respecto a sus propósitos. ¿Te ha dado a conocer tu Dios su propósito para ti?
¿Dónde estarás?, ¿Qué harás? Pues entonces y por si acaso NO DUDES de Él aunque como dice la Escritura:”ojo no ha visto, ni oído ha oído, ni se ha concebido en el corazón del hombre las cosas que Dios ha preparado para los que le aman” (1º Cor. 2:9).  

EL DÍA MÁS IMPORTANTE PARA LA HUMANIDAD




Este es uno de los vídeos destacados de mi canal de YouTube, espero que sea de tu interés, si quieres ver todos los videos del canal o simplemente visitarlo puedes dar click en la imagen o el siguiente enlace: http://www.youtube.com/user/Biblialove1914?feature=mhee

“EL RELÁMPAGO ES LA RUBRICA NERVIOSA DE DIOS” Ramón Gómez de la Serna (Gregerías)


¿Qué hermosa comparación, verdad?, ¿has visto alguna vez una de esas tormentas donde se descarga con contundencia truenos y relámpagos? A muchas personas les da un cierto miedo el pasar por esa situación y rápidamente tratan de buscar un sitio para esconderse, sin embargo a otras no sólo no les da miedo si no que se sienten atraídas por esas manifestaciones enérgicas celestiales y se quedan ensimismadas ante tal espectáculo especulando y conjeturando por dónde vendrá y de qué forma será el próximo relámpago, ciertamente es como ver una firma o rubrica enérgica de Dios.
Independientemente al grupo al que pertenezcas debes saber que como Jehová es el Creador de los elementos de la naturaleza, puede decirse que es su originador. (Job 37:3, 11.) Él también puede controlarlo, y al parecer se ha valido del relámpago y de otros medios similares para librar a sus siervos de sus enemigos y ejecutar sus juicios. (2Sa 22:1, 15; Sl 18:14; 77:16-20; Zac 9:14; compárense con Job 36:32; Sl 97:4; 144:6.) 

Para los judíos que estaban al pie del monte Sinaí, las impresionantes manifestaciones físicas acompañadas de relámpagos y truenos eran una manifestación de la presencia de Dios. (Éx 19:16; 20:18compárese con Rev 4:5; 
11:19.) 
Por lo tanto, a los relámpagos se les relaciona apropiadamente con el trono de Dios (Rev 4:5; compárese con Rev 11:19) El sonido sobrecogedor del trueno se relaciona con la voz de Jehová. (Job 37:4, 5; 40:9; Sl 29:3-9.) 

Finalmente, la Biblia nos informa que se aproxima la mayor tormenta que jamás ha ocurrido ni volverá a suceder, Jehová ciertamente hará oír la dignidad de su voz y mostrará su poder con rayo abundante, lluvia y granizo. La tempestad está preparada y caerá sobre la cabeza de los malos por lo tanto, manténganse en expectación de mí —es la expresión de Jehová— mientras se mantengan retenidos los cuatro vientos de la tierra  (Isaías 30:30; 66:15; Jeremías 23:19; 25:32; 30:23; Sofonías 3:8; Mateo 24:21; Revelación 7:1) 
Cristo Jesús mostró que su presencia futura no se mantendría en secreto, del mismo modo que es imposible esconder el relámpago que “sale de las partes orientales y resplandece hasta las partes occidentales”. (Mt 24:23-27; Lu 17:20-24.) Además Él será el máximo responsable y encargado por Dios de dirigir el ataque junto a poderosas fuerzas angélicas contra el mundo de Satanás (Rev. 19:11-21)

Ahora, si quieres, puedes ver el siguiente vídeo que te hará recordar que cuando veas la próxima vez una tormenta y veas relámpagos, tiene mucho más significado e implicación en tu vida, pues el relámpago es como la firma o rubrica enérgica de Dios
                 


Anónimo

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Bioy Casares

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