10 de agosto de 2012


CAPITULO 2

La  inmensa mayoría de nosotros, conocemos bien los acontecimientos que hicieron que el hijo de Dios bajara a la tierra. Pero para que estos hechos terrenales ocurrieran, antes hubo otros, de suma importancia que gracias a nuestra imaginación guiada por otras visiones y otros siervos de Dios, podemos llegar a suponer. Esta historia del hombre más grande de todos los tiempos es tan importante, que tiene su inicio en el lugar más sagrado del universo.

Imagínate los ojos de Dios que todo lo ve recorriendo el universo en una vista panorámica. Sus ojos abarcan todas las galaxias. Imagina ahora que ajusta gradualmente su visión con dirección a la tierra. Ya tiene en la vista a la persona que busca, pero ahora necesita la colaboración del Arcángel Miguel su hijo primogénito y unigénito. Obediente, como siempre, Miguel se presenta ante el imponente trono de Dios. Rayos de fuego brotan del trono mientras los ecos de los truenos atraviesan las alabanzas de las miríadas angélicas. Colores jamás vistos en la tierra adornan la ciudad celestial mientras rebota la luz de su esplendor.

Y ahora escucha porque Dios va a hablar para decir posiblemente algo así:
“Miguel, hijo mío. Ha llegado el límite cabal del tiempo del día señalado por mí. Desde la fundación del mundo humano y su caída este día tenía que llegar. Vas a tener la oportunidad de demostrar tu amor y cariño por la humanidad, pero tienes que saber que te enfrentarás a limitaciones físicas, duras pruebas y seductoras tentaciones. Estás a punto de entrar en el imperio de nuestro enemigo, donde reina la oscuridad, la maldad y la muerte, y donde la imperfección acampa por todos lados. Sé sabio hijo mío, y regocijarás mi corazón y así podré responder al que me está desafiando con escarnio. No tengas miedo de las cosas que estas por sufrir, solamente confía en mi, pruébate fiel hasta la misma muerte y yo te daré la vida de verdad y en su plenitud”

El Arcángel Miguel lo miró fijamente y asentando con la cabeza dijo con resolución: “AMEN, PADRE”.
Con estas breves pero solemnes palabras se obliga a sí mismo legalmente a cumplir con su comisión y a la vez expresa su completa aprobación por lo que   se había dicho.
El plan de Dios seguía su curso: ya sabía a quien le tenía que dar su mensaje, ya contaba con la aceptación del que iba a encarnar el mensaje y ahora necesita a un mensajero que lleve un mensaje a la persona indicada. ¿En quien pensó esta vez Jehová?
Gabriel una vez más es convocado ante el trono celestial, al fin y al cabo  él siempre de pie cerca y delante de Dios (luc 1:19). Puestos a imaginar, mira con atención la siguiente escena: Sigue contemplando y verás como un ser angelical vestido de blanco tiene acceso al Anciano de días  y lo presentaron cerca aún delante de él  y Dios le dijo:
“Tu eres un hombre físicamente capacitado por mí, por eso te puse por nombre Gabriel. Tu  misión anterior te llevó hasta el templo de Jerusalén, mi ciudad amada.
Hace unos 6 meses que te envié para anunciar el nacimiento de aquel que va allanar el camino de mi simiente. Como lo hiciste con éxito y fielmente, ahora te envío a proclamar  el mensaje más esperado por la humanidad y del que todos los profetas señalaron el nacimiento del Mesías, mi ungido. Y tiene que llegar a ser así.”



Después de terminar de decirle todos los detalles, como las coordenas de tierra  donde encontraría a la persona implicada, Gabriel pudo responder algo así como: “¡Gracias, Dios mío! Por concederme este privilegio, pues el cumplir tu voluntad  es la razón de mi vida”.

Te imaginas ahora su actitud para cumplir esta comisión, la rapidez con que salió del trono destino la tierra. ¡Agárralo! Que se te escapa, cógete a él pues nos va a servir de transporte público por que en la tierra tenemos que poner los pies también nosotros.

Imagínate a Gabriel que atraviesa las cohortes angelicales y se tira en picado para traspasar la barrera entre el mundo sobrenatural y el natural. ¡Sujétate fuerte a él! pues vais en caída libre mientras pasáis por donde están las estrellas que Dios llama por nombre. A medida que nuestros ojos descienden, la tierra se ve cada vez más grande. Atravesamos el cielo azul del planeta Tierra. En su descenso, Gabriel parece una flecha de fuego que ha sido lanzada con fuerza hasta que se clava y se hunde en tierra, más concretamente en una pequeña y olvidada aldea llamada Nazaret. Ya pisamos tierra firme y ahora tenemos que encontrar a la persona que Dios a elegido. Si en su última misión tuvo que encontrar y hablar a un hombre mayor y casado con su esposa anciana y decirle que llegarían a tener un hijo. Ahora tiene que buscar a una jovencita de unos 15-18 años que está comprometida y decirla la noticia más increíble y gloriosa que jamás a oído una simple jovencita, pues aún siendo virgen llegará a estar en cinta. El nombre de esta jovencita es María, de Nazaret, es sin duda nuestra protagonista de hoy.


Luc. 1:26 nos dice que en el sexto mes del embarazo de Elisabet, Gabriel es enviado por Dios para que visite a María. Varios kilómetros y unas cuantas décadas separaban a una anciana embarazada, de su joven prima que está a punto de estar en cinta.

Luc. 1:27 nos dice que María era una virgen desposada con un varón que se llamaba José.

Según la tradición judía, el desposorio se producía poco después del comienzo de la adolescencia. Por lo tanto, es probablemente correcto imaginar que María tenía alrededor de 17 años en el momento del anuncio.

Ahora nos toca seguir de cerca a María. Este día, María se ha despertado como siempre al despuntar el sol. Mientras realiza sus actividades de costumbre, María piensa en el día que será llevada a su nueva casa y en la celebración que está preparando José que no es un hombre rico, pero sí fiel a Dios. Así que el futuro de María parece bastante claro: llevaría una vida sencilla trabajando junto a su esposo y criando una familia. Como tantas otras parejas. Pero María no sabe que Dios ha elegido este día en su calendario divino y su nombre está escrito en él.

Sin importar cual fuera el lugar donde el embajador angelical se apareció a María, debe de haberla dejado pasmada con su manera de saludarla: “Buenos días, altamente favorecida, Jehová está contigo” (luc. 1:28)

Este saludo la dejó totalmente confundida. El ángel no pregunta por los padres de ella pues es a ella a quien busca. Y ¿Cómo puede una joven campesina haber sido favorecida de una manera especial por Dios?, ¿por qué razón?

Luc. 1:29 nos dice que “ella se turbó profundamente por el dicho, y razonaba sobre qué suerte de saludo sería este”

La frase “se turbó profundamente” en realidad significa agitarse por completo. Tu también conoces esa sensación: es cuando ese cosquilleo que sientes en la boca del estómago te recorre todo el cuerpo, salpicando de miedo y adrenalina cada parte de tu ser.

Al ver a la joven llena de temor, Gabriel continuo diciendo: “María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios” (vers.30). En cuanto Gabriel pronunció la frase siguiente, María tuvo una pista acerca del motivo por el cual él había salido a su encuentro y por el cual ella había sido elegida. “Ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo” (vers.31)
No sería cualquier hijo, sino el “hijo del Altísimo” (vers. 32)

¿Cómo podría comprender esta joven la clase de abismo que el ángel le estaba poniendo delante de ella? Lo que me extraña es que María haya resistido la noticia de pie y no se cayera de puro desmallo, como otros grandes siervos de Dios (compárese Dan. 10:11, Ezq. 1:28; 2:1, Rev. 1:17)

A María no le pasó desapercibido la importancia de las palabras del ángel, porque ella sabía muy bien, como todo otro judío, que los profetas habían anunciado la venida de un legendario rey que reclamaría el trono de David, que volvería a traer un tiempo de paz y prosperidad jamás vistos, y al final gobernaría toda la tierra. Todo judío esperaba, a su manera, la llegada de ese Mesías.

Miles de mujeres hebreas por más de 12 siglos habían tenido la esperanza de ser ellas quienes llevarían en su seno al Salvador de Israel. Y es aquí y ahora que a María se le dice de sopetón que va  ser ella la madre del Mesías

Esta asignación la tuvo que meter en un mar de preguntas, pero algo estaba claro: el ángel le hablaba de un niño, un niño que debía ser concebido por ella. ¿Por ella? Su virginidad subió a la punta de su lengua. No es que dudara de la palabra del ángel, era, simplemente, que no entendía. María sabía suficiente biología para entender que no podría concebir un hijo sino hasta después de su primera noche con José. Por eso hace la pregunta más lógica: “¿Cómo será esto, puesto que no estoy teniendo coito con varón alguno?”(vers. 34). Gabriel  le explicó: “Espíritu Santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, también, lo que nace será llamado, santo, Hijo de Dios” (vers. 35). María había pedido una aclaración; el ángel aportaba dos, no solo respecto al modo en que se realizaría el engendramiento, sino también y, sobre todo, respecto a Quien sería el que iba a nacer de modo tan extraordinario. Realmente, la comisión que le ponía delante daba vértigo. Porque una cosa es acercarse a una zarza ardiendo y otra es llevar la llamarada dentro. Por eso yo me pregunto ¿Qué hubiera pasado si esta joven judía hubiera pensado, que siendo mujer, joven, soltera y que lo que se le pedía era un abismo imposible de saltar, no aceptara esta invitación?, ¿Jehová  no la obligaría a ello? Y por otro lado y exagerando un poco, ¿se podría decir, que el destino del Mundo, pendía, como de un hilo, de unos labios de mujer?

Para terminar de tranquilizar y convencer a María, el ángel también le anuncia: “Y, ¡Mira!, tu pariente Elisabet también ha concebido ella misma un hijo, en su vejez, y este es el sexto mes para ella, la llamada estéril” (vers. 36)

¡Esto fue lo que necesitaba!, ¡Esto fue suficiente para que aceptara esta responsabilidad de tal magnitud! Fue sólo entonces que el registro dice: “Entonces dijo María: “¡Mira la esclava de Jehová! Efectúese conmigo según tu declaración”. Con eso el ángel se fue de ella” (vers. 38)

Me encantaría saber si María habrá sentido cuando Jesús llegó a su vida…a su vientre.

¿Sería en este preciso momento en que María acepta la comisión, que Dios implanta a su hijo en la matriz? De ser así, también Dios está aceptando que su hijo sea “adoptado” por una familia de humanos  en la tierra, para que en un futuro lejano, Dios pueda “adoptar” hijos humanos, y llevarlos al cielo

Si bien la noticia que recibió María fue maravillosa, no por eso dejó de ser traumática. Pero una vez aceptada la comisión el primer deseo del corazón de María era correr y contárselo a alguien. Pero ¿a quién decírselo que no la juzgara de loca, a quien comunicarlo que no profanara este privilegio con bromas y risas?; ¿quizá si se lo decía a su madre? No, seguramente lo juzgaría todo como un invento de una chiquilla deseosa de llamar la atención; ¿Qué tal a su futuro marido? Menos todavía, el es un hombre y no tiene la sensibilidad para entender estos temas. Será mejor—de momento—evitar  una difícil conversación con él cara a cara, pensó. Tenía que ser otra mujer, la más parecida a ella y su situación para poder aliviar su corazón y con quien identificarse.

Entonces, María, debió de recordar lo que el ángel le había dicho sobre Elisabet. ¡Sí!, Elisabet era la persona ideal, pues llevaba 6 meses de adelanto sobre las inquietudes de María, también ella, hace 6 meses se vio sorprendida  a creer lo imposible. También ella pasa por una situación difícil: un embarazo cuestionable a ojos ajenos. Seguro que ella la podrá ayudar. ¡Qué ternura la de Dios al darle a alguien con quien podría compartir su alegría y lo especial de la situación! Creo que María no podía contener su impulso de partir de inmediato a la casa de Elisabet.

¿Viaja sola? Otra vez los evangelistas—siempre tan discretos—nos escatiman los detalles. A fin de rellenar estos huecos históricos usaremos nuestra lógica y nuestra imaginación sin tratar de poner o alterar lo que sí que dice las Santas Escrituras.
Lo más probable es que viajó con alguna caravana. El viaje era largo y difícil—más de 100km—la región era agreste y peligrosa. Y aunque María pudiera conocer el camino pues es posible que ya hubiera estado otras veces en casa de su pariente, no parece verosímil que viajara sola, casi  adolescente como era, y sabiendo que eran frecuentes las caravanas que bajaban a Jerusalén. Así  que podemos pensar que va en compañía de buena gente, cabalgando en el borriquillo de la familia, haciendo casi un camino idéntico al que 9 meses más tarde hará hacia Belén.

Es posible que durante este largo viaje de unos 3 ó 4 días la conversación girara sobre temas espirituales. Quizá alguien dijo que ya era tiempo del que el Mesías viniese. Quizá alguien habló de que Dios siempre llega a los hombres cuando los hombres se han cansado de esperarle. En cuanto a María, se extrañaba de que los demás no reconocieran en sus ojos el gozo que por ellos desbordaba.

Se está acercando a su destino final y María siente que su corazón se le acelera al pensar en Elisabet.

Está ya delante de la puerta de la casa de su prima y María sigue llena de preguntas: ¿Cómo le explicaría a Elisabet todo lo que le había ocurrido?, ¿Cómo justificaría el conocimiento de su embarazo?, ¿Le creería todo lo que le tenía que decir? Por eso decidió no hablar ella la primera. Saludaría a su prima, la felicitaría después y que sea lo que Dios quiera. Ya encontraría el momento para levantar el velo de lo milagroso.

A María sólo le dio tiempo a saludar, cuando algo maravilloso interrumpe los acontecimientos lógicos ¡y es que Dios actúa, se anticipa a las difíciles explicaciones de una joven soltera!, ¿Cómo lo hizo?

Luc. 1:41-44 nos explica que Elisabet solamente oye el saludo de María y ya sabe que está embarazada ¿Cómo? Ella se llena de Espíritu Santo y sabe que el fruto de María sería su Señor.

Pero aún dentro de esta escena tan emotiva, tiene algo que decir otro personaje de tan sólo 6 meses de vida, el feto que se llamará Juan, pues es la 1º criatura a quien afecta ó reacciona al saludo de María ya embarazada pues da un salto en la matriz de Elisabet.

Este salto no fue un movimiento natural de un feto de 6 meses de vida, pues como luego aclara el médico evangelista Lucas, fue un salto de gran  “alegría”. De hecho, antes que Juan fuera engendrado, el ángel dijo: “que sería lleno de Espíritu Santo aun desde la matriz

Por eso el Espíritu Santo hizo que Juan saltara de gozo. Como si tuviera prisa de  empezar a ser el precursor de su Señor aún no nacidos ninguno de los 2, pero sí estando allí presentes, pues si el salto que dio fue de alegría es porque aun siendo un feto, es una vida con personalidad y conciencia.

Después de esta señal que Dios da a María para reconfortarla y fortalecerla ¿Cómo reacciona ella? La respuesta de María se ha registrado cuidadosamente en Luc. 1:46-55. Es, con diferencia, su dialogo más largo registrado en la Biblia y nos dice mucho de ella. Por ejemplo que era una joven agradecida, sus palabras también muestran la profundidad de su fe y su amplio conocimiento bíblico, pues se calcula que hizo más de 20 referencias a las Escrituras Hebreas

¡Ya había pasado lo peor! ¡Qué alivio debió de sentir María al notar que Dios le había allanado el camino--al menos en esta ocasión—y que Elisabet ya sabía de su misterio glorioso, ahora quedaban 3 meses por delante para compartir sensaciones y sentimientos, seguramente Elisabet le contaría lo que les ocurrió a Zacarías y a ella, cómo ella debido a su edad se veía obligada a pedir prestada ropa de futura mamá a las nietas de sus vecinas amigas. Es probable que también pudieran ensayar cómo se lo iban a decir a José a la vuelta. ¿Te imaginas sus conversaciones a la hora del té? Durante estos 3 últimos meses, Elisabet y María tuvieron todo el tiempo y la tranquilidad del mundo para compartir lo que tenían en su corazón y charlar sobre los bebes. Después de todo… Zacarías no podía interrumpirlas.


APLICACIÓN PERSONAL

Para realmente llegar a conocer a María, primero tenemos que desechar aquellas ideas preconcebidas que distorsionan su vida y también tenemos que dejar a un lado los dogmas y complicadas doctrinas teológicas que otorgan a esta humilde mujer títulos altisonantes como “Madre de Dios” y “Reina de los Cielos”. Más bien, ciñámonos a lo que sí dice la Biblia sobre ella y hallaremos lecciones muy valiosas sobre su fe y sobre cómo podemos imitar su ejemplo: Hoy veremos 2 puntos.


1)    Gracias al relato bíblico de hoy, hemos visto que María acepta la abrumadora responsabilidad de llevar en sus entrañas al Ser que Dios considera más valioso: nada menos que su amado hijo primogénito. La biblia muestra que, a veces, hasta varones que servían a Dios fielmente vacilaron en aceptar misiones difíciles que él les confió. Moisés objetó que no tenía la fluidez necesaria parar hablar en el nombre de Dios (Exo. 4:10) Jeremías dijo que no era más que “un muchacho”, que era demasiado joven para encargarse de la tarea que Dios le había encomendado (Jer. 1:6) ¡y Jonás incluso huyó de su asignación! (Jon. 1:3).
En la actualidad, ¿Qué pone Dios a nuestro cuidado que lo considera un tesoro? Pablo nos dice que se nos ha encomendado un ministerio que es un tesoro y Cristo nos ha dado el mandato de realizarlo. (2Cor.4:1,7; Mat. 13:44; Mat. 28:19-20)

2)    Aquí tenemos a María, una jovencita de entre 16-18 años que no solo es capaz de citar con esa edad, más de 20 pasajes de las Escrituras Hebreas, sino que también medita y reflexiona en las palabras del ángel. Está claro que le interesan los asuntos espirituales. Con esta personalidad no es de extrañar que hallara favor a los ojos de Dios. El apóstol Pedro me da la aplicación para este punto cuando dijo: “No piensen ustedes que los peinados exagerados, las joyas de oro y los vestidos lujosos las hacen más bellas. Su belleza no depende de sus apariencias, sino de lo que hay en su corazón. Así que sean ustedes personas tranquilas y amables. Esta belleza nunca desaparece, y es muy valiosa delante de Dios.” ( 1Ped. 3.4 TLA)
¿Tienes tú esa belleza interior?